Cuando sales a correr, cada zancada manda pequeñas sacudidas a tus músculos. Al principio no es un problema, pero con el tiempo, esas vibraciones continuas pueden acabar en molestias o pequeñas lesiones. Las prendas de compresión entran en juego para sujetar el músculo y reducir esos movimientos que no aportan nada bueno.
¿El truco? Aplican la presión justa en las zonas clave, lo que hace que la sangre fluya mejor y los músculos reciban más oxígeno. El resultado es simple: menos fatiga durante el entreno y una recuperación mucho más rápida después. Así puedes exprimirte sin que las piernas se quejen a la primera de cambio.
Además, los materiales son ligeros y resistentes, pensados para que no sumes ni un gramo de más. Y gracias a que no llevan costuras donde más molestan, te ahorras las rozaduras típicas de los entrenamientos largos.
